Desde el inicio de la pandemia, a nivel mundial se ha priorizado el seguimiento e investigación de las nuevas variantes del virus SARS-CoV-2 con el fin de prevenir su propagación, siendo una de las estrategias más efectivas la vigilancia de fronteras.
A partir del 26 de julio, en nuestro país comenzó a regir una nueva norma de control de fronteras que permitirá a chilenos y extranjeros residentes, salir con permiso excepcional o con pase de movilidad habilitado. A su vez, podrán hacer ingreso al país aquellos chilenos o extranjeros que cumplan con su declaración jurada, PCR negativo, seguro médico, aislamiento y seguimiento.
Si bien se establece dentro de las medidas sanitarias de ingreso el aislamiento por 10 días, aquellas personas que cuenten con su pase de movilidad habilitado al momento de ingresar a nuestro país, podrán realizarlo en su domicilio. Esto da cuenta de un traspaso de una medida de salud pública a una responsabilidad individual que será muy difícil de fiscalizar, más aún con el aumento de movilidad que implicará esta nueva norma de control fronterizo y la escasa evidencia de la efectividad de las vacunas ante la nueva variante, poniendo en riesgo el actual escenario de bajo número de contagios e identificación de los casos de la variante Delta.
Ya existe evidencia de que esta nueva variante es capaz de desplazar a aquellas predominantes en nuestro país, por lo que un control adecuado de fronteras que considere testeo, trazabilidad y aislamiento efectivo, serán fundamentales a la hora de evitar nuevos rebrotes en nuestro país.